Los colores han ido cambiando en estos días. Primero fueron días de blanco blandito. Gris nubarrón. Negro piedra lejos, frío. El sol salió y del Fin del Mundo apareció el azul y los bebés de leones marinos nos aludaban con esos sonidos parecidos a los de los corderitos. Con suerte alguno levantó su aleta para decir "acercate". Los Andes no se hicieron mucho de rogar y apercimos en pleno Fitz roy donde las aguas llenas de material de arrastre del glaciar se tornan turquesas reflejando las alturas en ellas de los locos que logran la cima escalando inmensos chuscos de tierra. Y así caen como moscas.
De allí al jipismo comercial y de allí a Bariloche donde pudimos ver el único glaciar negro del mundo. Que no es más que un glaciar sucio porque la tierra lo quiere demasiado y en él que se deposita. Cerro tronador porque trona y flores amarillas que son preciosas. Las cascadas caen en forma de agua, se evaporan y cuando recaen se convierten en agua nieve. La cara Norte siempre fue muy poderosa. Frío, fría, enfría y congela. Nos salió un día precioso Oso.
de allí ya decidimos cambiar Argentina Sur por Norte y guardar las chaquetas que ya han realizado un arduo trabajo y se merecen vacaciones. Regresamos a Buenos Aires donde todos los colores y señoras chinas nos dan la bienvenida con una enorme visera que tapa hasta las entrañas. En la Recoleta nos tiramos al Sol viendo a los demás querer y pensando en qué querer. En el autobús nos ponen "El hijo de la novia" que no da por pensar ni nada y recuerdo a Natalia replicando a Darín quiero eso. Yo también murmuro.
Mañana habrá arcoiris. Ya hemos visto unos cuantos pero el de mañana será espectacular, sin minimalismos. Aqui la Tierra es roja y aún quedan vacantes de sonrisas.
Por las calles se lee tu nombre, incoloro.
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Si quieres orbitar, puedes, claro...